¡Ya llegó el otoño! Pero… ¿cómo debemos cuidar nuestros pies en esta época?
Ya acabado el verano y con la bajada de temperaturas cambiamos nuestro calzado de un zapato abierto a un zapato cerrado. ¿Sabes que el cambio de calzado de un zapato abierto a uno cerrado afecta a nuestros pies? También hay que recordar que volvemos al uso diario de los calcetines para proteger nuestros pies de las condiciones térmicas de esta estación del año.
Otro de los temas a tener en cuenta es que nuestro pie estará muy sufrido después del verano: posibles contagios de infecciones en playas o piscinas que no dan la cara hasta el otoño o invierno por su periodo de incubación, deshidratación debido a las altas temperaturas del verano, durezas y callos si no se han llevado las plantillas personalizadas por el uso del calzado abierto, aparición de problemas como la fascitis plantar debido al uso excesivo de chanclas… y una larga lista. Y más importante todavía: al tener el pie fuera de nuestra vista debido al calzado cerrado y los calcetines, solemos echarles menos cuenta a la hora de inspeccionarlos cuando, en su lugar, deberíamos echarles una cuenta especial debido a que deben recuperarse del verano.
Primero vamos a centrarnos en el cuidado de nuestros pies después del verano y antes de volver a usar un calzado cerrado:
- Visita obligada al podólogo. Nuestros pies necesitan una revisión después del verano sí o sí: debemos eliminar las durezas o callos producidos durante el verano debido a no uso de plantillas personalizadas o simplemente el uso de un zapato abierto, identificar posibles infecciones que nos hayan sido contagiadas durante el verano, o tratar problemas dolorosos como la fascitis plantar que haya aparecido durante el verano. Cuanto antes vayas, antes tendrás una solución y tratamiento para el problema.
- Después del verano, hidratar los pies adecuadamente.
- Secar los pies cuidadosamente para evitar el exceso de humedad en ellos y sus consecuentes problemas, es decir, evitar la aparición de infecciones causadas por hongos y/o bacterias.
- Escoger correctamente los calcetines: deben ser de fibras naturales como el algodón evitando los tejidos sintéticos, deben ser sin costuras, permitir la transpiración del pie y no apretar en la parte alta para evitar problemas circulatorios.
En cuanto al calzado:
- Revisar las plantillas del interior del calzado: cuando los zapatos permanecen guardados durante varios meses como en el verano, es posible que las plantillas se hayan resecado debido a la sudoración, estén desgastadas o incluso rotas.
- Si el zapato se encuentra en buen estado, simplemente cambia las plantillas si en ellas han aparecido hongos o genera molestias al caminar.
- También deberías revisar las suelas y cambiar las tapas, si están deterioradas, para que el calzado no sufra por el desgaste de las mismas.
- Debes tener también especial cuidado con los tacones: si están desgastados, cambiálos para evitar futuros problemas en los pies, tobillos y espalda.
Y, por último, si vas a comprar un calzado nuevo:
- Debe ser impermeable: otoño e invierno son épocas de lluvia. El calzado debe evitar el contacto de nuestros pies con el agua y, de este modo, prevenir posibles infecciones por exceso de humedad.
- Que exista profundidad en el dibujo de la suela: permite una mayor sujeción y adherencia a las superficies evitando caídas o resbalones en el suelo mojado.
- Escoger un calzado cerrado y sujeto: ello conlleva también al uso de medias o calcetines que se ajusten perfectamente a nuestra talla sin provocar rozaduras o molestias.
- Debe ser flexible: la parte delantera del calzado debe ser flexible para que las articulaciones del pie puedan realizar el movimiento cómodamente.
- Si usas plantillas personalizadas, procura que las plantillas del calzado sean extraíbles para sustituirlas por las plantillas personalizadas.
- Y, cómo siempre y en todas las épocas del año, si vas a comprar los zapatos, te recomendamos que sea a la última hora de la tarde cuando el pie alcance su máximo volumen.
Hasta aquí nuestras recomendaciones para el otoño y, si tienes alguna duda, acude al podólogo.