Cuidado del Pie Diabético

Imagen de Pilar Rodríguez Robisco, Ana Estany Gestal, María Teresa Moreno Pestonit, María Dolores Blázquez Domínguez y Francisco Javier Rodríguez Martínez. Disponible en el siguiente enlace: PINCHAR

Cómo hemos señalado en una entrada anterior sobre la diabetes (Diabetes y pie diabético), actualmente existe una alta prevalencia de Diabetes Mellitus en la población y, para el año 2030, numerosos estudios estiman que llegará a afectar a una importante parte de la población mundial.


Cómo comentábamos también, una de las principales complicaciones de la diabetes es el pie diabético llegando como consecuencia final a la amputación del pie debido a una úlcera infectada.


Hoy el tema que nos ocupa es su prevención, muy importante en las personas con diabetes. A continuación vamos a comentar los autocuidados diarios del pie que debe realizar una persona diabética:

  • Lavar diariamente los pies sin olvidar la planta y el espacio que hay entre los dedos. Lo ideal es lavarlos con agua templada. Para ello, debes comprobar siempre la temperatura utilizando un termómetro o, si no lo tienes, introduciendo la mano o el codo. Otro punto importante: los pies no deben estar sumergidos en el agua templada más de 5 minutos.
  • Secar muy bien todo el pie, prestando especial atención a la zona entre los dedos. No debe quedar nada de humedad.
  • Vigilar diariamente los pies para detectar cualquier cambio o anomalía. La auto valoración es muy importante para evitar las complicaciones. Por esa razón debes revisar todo el pie sin olvidar la planta. Puedes ayudarte de un espejo o de otra persona si fuera necesario.
  • En caso de ver alguna anomalía debes acudir al podólogo o al profesional que esté encargado del cuidado de tu pie y de tu diabetes.
  • Aplicar crema hidratante en el pie, especialmente en zonas con sequedad como el talón pero evitando el espacio entre los dedos. No debes utilizar ningún callicida y acudir al podólogo.
  • Limar las uñas en línea recta, evitando el uso de tijeras o cortaúñas.
  • Revisar el interior del calzado antes de ponérselo con el fin de detectar cualquier piedrecilla u objeto afilado, por ejemplo el resto de alguna uña desprendida.
  • Utilizar un calzado adecuado: debe ser extra profundo y ancho, nunca de punta estrecha, con suela rígida. El tacón no debe superar 1 cm de altura y debe estar sujeto al pie mediante velcro, lazada o algo similar. No debes utilizar un calzado abierto tipo sandalia.
  • Utilizar calcetines sin costuras, que no compriman.
  • Caminar diariamente, pero no debes hacerlo sin calcetines o descalzo.
  • No utilizar bolsas o botellas de agua caliente, mantas eléctricas o braseros para calentar los pies.
  • Controlar siempre: los niveles de glucosa, el peso, la tensión arterial y el colesterol. 
  • Evitar el tabaco.
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